A usted, señora Báñez

Según usted, ministra de empleo, «no hay fuga masiva de cerebros (…) y es bueno que los jóvenes puedan elegir». Después de ver esto no he podido contener mis palabras. Hace apenas dos semanas fui testigo, otra vez, del exilio juvenil. En este caso le tocó a un familiar muy allegado, a una ingeniera de Telecomunicaciones de 26 años con años de experiencia y ganas de trabajar, sí, pero no precariamente. Al ver el futuro que le deparaba quedarse en España sin ningún tipo de expectativas laborales decidió formar parte de uno de tantos jóvenes que, según ustedes, decidió vivir “la aventura de la movilidad exterior”.

Sin embargo, siento decirle que los jóvenes como ella no se van de vacaciones sino que dejan todo cuanto les rodea en España – su familia, sus amigos, su casa- para ir a buscarse una vida que esperan sea más favorable que la que tendrían quedándose en este país que nada hace por retenerlos, tanto a ellos como a sus valiosos conocimientos.

Ofende tanto usted como su Gobierno cuando niega que esto no esté ocurriendo. Porque sentirse repudiado del país que te ha visto crecer no es plato de buen gusto ni para el que lo vive ni para sus allegados, doy fe de ello.

En estas dos semanas sin esta persona me he dado cuenta de que, muy a mi pesar, no quiero que vuelva a España. Porque en este corto periodo de tiempo he visto que en su país de destino, podrá vivir más dignamente que aquí. Y, aunque no sé si ustedes saben lo que es eso, la dignidad es lo que hace a las personas, lo cual dudo que sean ustedes al hablar tan fríamente de un problema tan delicado como es el exilio juvenil que han provocado.

A usted, señora Báñez, le recomiendo que haga una visita al aeropuerto de Barajas y contemple el panorama que allí se vive. Que vea cómo un gran número de padres se despiden de sus hijos sabiendo que no han podido ofrecerles un futuro mejor en este país, a pesar de sus esfuerzos.

Una testigo del exilio juvenil.

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3 pensamientos en “A usted, señora Báñez

  1. […] A usted, señora Báñez: […]

  2. Suscribo por completo tu escrito, y de verdad que me gustaría que la ministra viviese en sus propias carnes el tener que emigrar, solo de esa manera sabrá lo que hemos sentido los que lo hemos echo.

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